Te veo por la ventana

Veía ridículo la idea de que mi mamá me observara por la ventana, pensaba

¿Qué está haciendo? o ¿por qué lo hace?.

Hoy que soy madre empiezo a comprenderlo. Sin darme cuenta una mañana me vi observando por la ventana a mi hija, esperando una sonrisa de vuelta. Comprendí que observar por la ventana y ensimismarme en pensamiento de oración para que regrese con bien, desearle éxitos y tratar de llenar ese pequeño vacío que quedó, es una labor innata de las madres, un efecto colateral de nuestro amor por ellos; es algo que hacemos y no nos damos cuenta, quizá es una simple reacción de inercia del amor.

No te convierte en madre cuando das a luz o cuando le añades un nuevo sustantivo a tu nombre; MADRE o MAMÁ de..., ¡NO!.

Te vas convirtiendo en mamá con esas pequeñas acciones que tú odiabas de tu progenitora y que ahora eres la protagonista, pero que de alguna manera te gusta.

Una madre da la certeza y confianza para salir al mundo seguro, somos programadoras del éxito o fracaso y la columna vertebral de nuestra personalidad.

Las madres deberían ser eternas, pero él solo hecho de saber que su vida se extinguirá primero que la de nosotros (en la ley normal de vida), nos regala la hermosa lección que los homenajes se hacen en vida.

Que cambiar las prioridades, sueños y pasiones por su bienestar, es una labor altruista y el verdadero significado del amor.

No tengo duda que Dios nos delegó esta profesión.