El valor de la involución

Nunca nos enseñaron a apreciar la involución, ver a un héroe convertirse en villano. Una madre que nunca quiso serlo; la regresión de mariposa a gusano. Es por ello que cuando vemos decrecer sentimientos, cuando la ira se apodera de nuestro día a día no sabemos cómo actuar.

Se vive de utopías, de que el amor siempre vence, de que todo lo podemos, qué cuando llega ese momento de bajar a las profundidades se nos hace tan difícil emerger.

Esta bien descender por momentos, tocar el suelo, sentirse humano. Aplicar la regla de 3; llorar 3 días hábiles cada 3 meses. Debemos cocrear espacios de soledad, de autoentendimiento. No todo lo podemos, no todo está superado. El mundo es un lugar cruel cuando llevamos a cuesta situaciones sin enmendar.

Encontrar a ese coequipero de vida debe ser una tarea más juiciosa, nunca a la ligera. Compartir la energía, los sueños, las ganas de ir por algo en común deben ser la premisa. Pero en el viaje siempre habrá cosas que arreglar, que mejorar incluso que superar. De eso se trata. Lo importante es preguntar ¿en realidad quiero mejorar o superar eso? ¿Tengo la voluntad de que las cosas sean mejor?

Una buena compañía ayuda en el ascenso y te toma de la mano en una eventual caída en espiral. Pero hasta los mejores equipos caducan, se cansan y se dan por vencidos en muchos casos. Cuando hay más para cuestionar que elogiar es hora de un respiro.

Nos aferramos a versiones desactualizadas de nuestros seres queridos  que cuando nos topamos con la nueva realidad nos sentimos extraños.

La vida se trata de todos los momentos que podemos recordar, por eso es tan especial las personas que nos rodean. No es la memoria selectiva a la que aferrarse, es que existan más momentos maravillosos para recordar a la hora de la balanza.