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La hermandad de los 27.

  • Foto del escritor: Ena Carpintero
    Ena Carpintero
  • 8 mar 2016
  • 2 Min. de lectura

Hoy rozaremos el tema de la bien o mal llamada secta de los 27, o la maldición de los 27, una teoría ocultistas mayormente basadas en especulaciones y estilos de vidas, que han fundamentado y alimentado esta profecía. Muchos talentosos y enigmáticos artistas de la brecha Rockera, como Jim Morrison, Kurt Cobain, Brian Jones, Janis Joplin, Jimi Hendrix y Amy Winehouse son uno de los que fortalece esta teoría, todos tienen algo en común; murieron en extrañas circunstancias a la edad de 27 años. Muchas de la hipótesis que se manejan es que hacían parte de una hermandad secreta de ocultismo y satanismo que profesaba la locución “si cumplías 27 años ya te hacías viejo y debías morir”, más exactamente de una sobredosis de droga o alcohol.


Sentando este precedente quiero compartir mi reflexión acerca del tema, y enfocado en otro aspecto. ¿A los 27 años seremos viejos?, o ¿será que ellos se referían que esa edad es sinónimo de madurez y tomar la vida con más serenidad y por ende preferían morir que dejar su vida de libertades y desenfreno?


Adaptando esta teoría a nuestra vida social, apunto que la mítica edad de 27 años, es la referencia puntual de entrar en un proceso selectivo, reflexivo y concienzudo para generar cambios sustanciales a nuestro estilo de vida, hacer análisis retrospectivos de logros alcanzados, metas frustradas y sueños por cumplir, sanear malestares adictivos y propender por propósitos a largo plazos.

Sin darnos cuenta aprendemos a ser más selectivos en la escogencia de nuestro círculo social, atendiendo esto que “seremos el promedio de las 5 personas con la que compartes la mayor parte del tiempo”, lo trivial y común lo toleramos más y lo trascendental e importante nuestra prioridad.


En el campo sentimental aprendemos amar con practicidad, sin apegos, sin crear dependencias emocionales. Aprendemos que la felicidad es un estado en el que debemos estar la mayor parte del tiempo y no un fin a perseguir, en este sentido maduramos, tomamos conciencia del trascurso y dirección que debe tomar nuestras vidas.

Esta misiva lleva como finalidad acentuar y restablecer el curso de nuestro proceder, tomar conciencia y balancear el presente, apuntar por la simplicidad y en nuestro campo laboral, social y domestico militar por el pragmatismo.

 
 
 

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