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¡Un hijo a los 26 y no tengo maestría!

  • enacar17
  • 24 feb 2016
  • 2 Min. de lectura

Estoy en el vigesimosexto año de edad, profesional y cuasi especialista, no tengo una maestría y estoy embarazada. ¿Cuál es el problema?, porque mucha gente aún se alarma y te ocasiona estragos emocionales con comentarios malintencionados con ánimo de dañarte. Es mi primer embarazo y con él han llegado cambios radicales a mi estilo de vida, a mi cuerpo, a mi mente. Veo como a diario se minimiza mis opciones en el armario, el espejo es mi enemigo, la pluralidad de olores que antes eran agradables ahora los detesto, y así podría enlistar un cumulo de ítems de lo que hoy no me gusta.

Mi proyecto de vida veía lejano la posibilidad de procrear, la maternidad no la concebía en mi mente quizás por el motivo “que lo que no se ha sentido no se extraña”, simplemente mi senda de vida era enfocada a mí, quizás un poco egoísta y ególatra no sé si era yo la equivocada, quizás sí, pero antes de experimentar esta etapa, el clásico argumento de mamá Bizantina me parecía retrogrado, funesto y un poco machista, frases como éstas: es muy triste llegar a vieja sola, uno se casa para procrear y conformar una familia, no hay nada más maravilloso que experimentar el don de dar vida. La verdad me sigue pareciendo patética. No creo que sean argumento de total validez para que mujeres se dejen persuadir y tomar decisiones radicales. Por otra parte la antaña historia de tener hijos para que te cuiden en tu senectud, es totalmente injusto, los hijos son una lotería, nunca sabrás, por más evolución de la ciencia o la perfección de tus genes si cumplirán los objetivos que tú ya previamente le dilapidaste.

Éste precedente no es en calidad de NoMo, como les llaman actualmente a la “rara” especie que ha adoptado en su proyecto de vida decirle no a la maternidad, por dispersos argumentos, lo hago con la firme convicción que me ha gustado el proceso gestante, que los cambios siempre son buenos, ya sea para salir de la zona de confort o para despertar nuevas sensaciones, creo sinceramente que un hijo es una responsabilidad que va hasta el infinito y un poco más, una alteración total de vida, un compromiso constante, una pesadumbre con sabor a satisfacción y un anhelo personal que se da en el momento perfecto.


Me gustan los niños, siempre he tenido una buena conexión con ellos, y por estas dos grandes razones creo que estoy en ventaja en ganarle a la maternidad

 
 
 

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